12.12.07

De mis veinticinco a sus doce.

- La bronca es ésta, Don Segismundo: el camarada está viviendo e-xac-ta-men-te lo mismo que yo, pero desde la contraparte. No puedo permanecer neutral viendo que otros chavitos van a pasar lo que yo pasé.

- Y quién chingados te crees tú para evitar que los demás sufran lo que tienen que vivir?

- ...

('ta madre. Otra vez ganó)


- LuMmo.

6.12.07

De la filosofía de baño.


¿Cuál es la excepción a la regla de que toda regla tiene una excepción?


-LuMmo.


PD. ( 'ta madre.. en lo que desperdicio el cerebro... en lugar de estar matando mutantes espaciales en el 360.)

4.12.07

De Metatextos.

Andaba rondando la página delblogueroantesconocidocomoHuevo Luis, y hallé entre sus posts uno que hacía referencia a Metatextos, un ejercicio de escritura coquetón y que suena divertido. Ya dentro de la página, el primer ejercicio consistía en escribir, en 300 palabras o menos, algo que hiciera referencia a los zombis. Leí algunos francamente geniales y me dieron ganas de entrarle. Aquí mi primera participación con este bisne.

Por cierto, según las reglas, este primer texto se va a una ignominiosa zona de la página denominada, tentativamente, "Atrasados", debido a que hace ya varios días que se cerró el primer tema y yo apenas me enteré. Mbú.

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Cerebro escarchado.


Si usted compra el cerebro en supermercado, busque que ya venga precocido; esto facilitará el proceso y acortará los tiempos de cocción a la mitad. Si prefiere comprarlo en cefalería será necesario descortezarlo; una vez limpio, corte por el cuerpo calloso y ponga a baño maría el hemisferio izquierdo. Recuerde que dicho hemisferio es siempre más fibroso, por lo que habrá que dejarlo por espacio de quince minutos a fuego bajo antes de colocar el derecho. Una vez hecho esto, puede usted probar la consistencia con un tenedor: si la superficie es suave, y la coloración se ha tornado rosada, entonces coloque dentro de la cacerola también el hemisferio derecho. Este proceso conservará sus propiedades nutrimentales, y el sabor no se perderá por el gratín.


Cuando se hayan cocido ambos hemisferios por alrededor de veinte minutos a fuego medio, colóquelos en una bandeja previamente aceitada, y cubra con una sábana de queso mozarella seco. Esparza pimienta y orégano, y métalo a un horno precalentado a 200 grados durante veinticinco minutos.


Para la salsa de médula únicamente es necesario licuar media taza de sustancia gris con un cuarto de taza de jugo de limón, unas gotas de salsa inglesa, dos cucharadas de consomé de pollo en polvo y vino blanco.


Para la presentación, corte el cerebro en rebanadas uniformes de un centímetro y báñelas con la salsa de médula. Acompañe con cebollines asados, y un arreglo de vértebras formando una flor. Una ramita de cilantro favorecerá el color del platillo.


Bon appetit!

(Receta tomada de la revista Bistro Ghoulmet, No. 74, pag. 19)

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-LuMmo.

2.12.07

De las almas gemelas.

Son las 06:13 cuando comienzo a escribir esto. No supongo siquiera la hora en que termine.

Va amaneciendo en este concreto que a veces siento mío, y otras me escupe en cara su ser ajeno.

Desmadrugados y madrugadores nos vamos mirando las palideces mutuas. Nos reconocemos. Ya sabes que yo, aunque quisiera -que no quiero- nunca podría pertenecer al segundo grupo.

Sucede, hermanita, que te voy pensando. Entre los destellos de sol nuevo y las penumbras de los parpadeos (cada vez más inclementes, más prolongados) me obligo a sostenerte en la memoria y, por fuerza de la disciplina que no tengo, me ordeno que hoy voy a mirar amanecer.

Entre tú y los despertares, el hilo conductor es sencillo: tú y yo, hermanita, tenemos deudas. Una es ver un amanecer juntos.

Recién me entero que estás más lejos de donde te dejé la última vez. Mucho más lejos. Muchísimo. Recién me entero que ya comenzaste: que ahora sí, sólo es cuestión de tiempo para que dejes caer una pluma en cada rincón de este pinche mundito de maravillas.

Cuando nos conocimos, te acuerdas? Todo pintaba más claro, no sé... más inocente. Nosotros mismos lo éramos. Todo estaba mucho más blando, y jugábamos a no dejar una mano al azar, o a mostrarle nuestro juego al destino con la firme convicción de que nunca pasaba nada; de que el egoísmo infanticida nos sacaría a flote. Dios no pintaba en nuestros lienzos porque sus tonos eran ocres y marrones, y tú y yo exprimíamos los mismos ataúdes para sacarles el color que llevaran dentro. Mira que me hiciste feliz.

Recuerdas nuestro rincón? nuestra isleta privada en la que hubo siempre queridos náufragos que iban y venían, pero nunca cayeron en la complicidad que sólo dos gemelos y su hermanita mayor menor podrían tener... Que maravilla escribir esto en plural.

Cómo fue que nunca nos confundimos? Yo lo intenté, lo sabes; y tu ingenio capoteó mis intenciones con tal elegancia que decidí quedarme contigo. Y después, el beso. Te acuerdas del nosotros en aquella madeja, convencidos por siete segundos de que podríamos ser algo más que tú y que yo? Lo que sospecho, mujer maravillosa, es que siempre lo fuimos.

Un día dijiste: "Y tú me hablas de libertad? si tú eres el principal esclavo de tus propias convicciones". Si yo hubiera sido el destinatario de tal sentencia, habría revirado diciendo "Yo no tengo convicciones". Pero luego te pienso, hermanita, y me hallo la grata sorpresa de que de pocas cosas estoy tan seguro como de ti.

Recién me enteré, ya te decía, que sobrevuelas otras latitudes, y nada, en mucho mucho tiempo, me ha hinchado más el orgullo. Mi almita gemela ya despegó.

Te quiero.

- LuMmo.

PD. Ya amaneció. Ya es hora de meterse a dormir.