Cuando se encendieron las luces, y era obvio que el cuarto regreso a escenario había sido el último, fue lo único que acerté a pensar.
Por supuesto, si en mis manos hubiera estado, el nunca malo quinto regreso habría sido nomás el prolegómeno de otros setenta. Bien habría valido la pena deshilar la noche cobrando todos los pendientes que tenían las desvencijadas gargantas de aquellos individuos con este servidor.
Vea usted esto, estimad@ lector(a) de este juguete: En esta esquina, con un vibrato exagerado y una vejez cálida y centelleante, Joan Manuel Serrat!... y en esta otra, con la voz arrugada y portando orgulloso los tatuajes de un pasado bucanero, Joaquín Sabina!
Por supuesto, si en mis manos hubiera estado, el nunca malo quinto regreso habría sido nomás el prolegómeno de otros setenta. Bien habría valido la pena deshilar la noche cobrando todos los pendientes que tenían las desvencijadas gargantas de aquellos individuos con este servidor.
Vea usted esto, estimad@ lector(a) de este juguete: En esta esquina, con un vibrato exagerado y una vejez cálida y centelleante, Joan Manuel Serrat!... y en esta otra, con la voz arrugada y portando orgulloso los tatuajes de un pasado bucanero, Joaquín Sabina!
El alucine empieza sonorizado con ambulancias: el anuncio de que Sabina y Serrat desaparecieron un rato y están siendo transportados en ambulancia; por tanto, el concierto se suspende. Es entonces que el ulular se apaga con los primeros compases de un híbrido entre Ocupen su localidad y Hoy puede ser un gran día. A partir de ese momento y hasta las tres horas posteriores, no hay descanso. No al menos para un raro como yo, rodeado de almasviejas que gozan cada jodida palabra dicha, escrita, cantada u omitida por cualquiera de estos dos (bien diría el Joaco) 'cabrones gachupines'. Los placeres van desde los chistes compartidos olvidados a media hechura, las voces enmohecidas o lijadas a fuerza de whisky (sin soda), las canciones con las etiquetas despegadas, las guitarras exquisitas, la compañía, la memoria espoloneada por todos lados... ya el Poema de amor como los Peces de ciudad, o la Lucía que yo conocí disfrazado de alguien más, abrían las coladeras y sacaban del drenaje sus respectivas historias.
De ahí al mentado cuarto regreso, las palabras sobran: Y sin embargo... en Serrat, No hago otra cosa que pensar en ti en Sabina, Contigo en Serrat, Señora en Sabina... y Enemil diafragmas entonando a coro que nacieron en el Mediterráneo, y compartiendo más de cien mentiras que valen la pena.
Las 'ahuevo': Penélope, Y nos dieron las diez, Cantares, Calle melancolía, Aquellas pequeñas cosas, Barbi superstar...
Las sorpresas: Para la libertad, Corre dijo la tortuga, Algo personal, Aves de paso, Tu nombre me sabe a hierba...
Mis deudas personales: Benito, La canción más hermosa del mundo, El sur también existe, Con la frente marchita, Vencidos, Torre de Babel, Piel de manzana, Esta boca es mía, Sinceramente tuyo, La canción de las noches perdidas y el romancito de Curro el Palmo... entre otras muchas.
En resumidas cuentas, un conciertazo el que ahora les presumo. Definitivamente: a estos dos, el mundo les queda chico.
-LuMmo.