10.3.08

No te entiendo.

Recuérdame ¿qué estoy buscando en tí que no tienes?

A fin de cuentas no somos tan lejanos, aún cuando los tiros de piedra se rían de nosotros; de tí y de mí ambos y nuestra esperanza a río revuelto. Cuando un grito no te basta para tapar mis ojos con tu espalda, ni a mí la liebre me ha tentado a desnudarla y descubrir su madriguera, ¿qué decir que no sobre?

¿Qué dicta la moneda? águila: inocencia, sol: desacato. A fin de cuentas, mis respuestas siempre caen en la duda marginal, esa que no despide calor ni tiene frío. "Tus dudas se parecen tanto a mis respuestas" habría dicho alguna vez, si mi voz no fuera también de cerradura.

Si al final, no entenderte es tan sencillo como en mí es desear olvido. Si yo te dijera, dije, la mierda que es mi nombre disuelto en otra voz, cuando soy nocturno y prefiero los sonidos apagados...

¿Me permite un momento, señorita? pedí mientras ordenaba las fotografías de mi muerte.

Sí, respondió; dio la vuelta y se fue. A toda pregunta un desconcierto.
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