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4.12.08

De la mnemotecnología.

Acabo de hacer un repaso a todo el blog. Lo leí completito; tenía tiempo libre y no quería leer ni ver tele ni jugar Xbox ni esas cosas que hace uno en horas muertas.

Alguien me creería si le dijera que no recuerdo haber escrito nada de eso?

- LuMmo.

10.11.08

De la protesta.

Escribo este post desde la fila provocada por los maestros a la entrada de Chilpancingo. Llevo alrededor de tres horas aquí, y no veo posibilidades de salir, ni pa'trás ni pa'delante. Estos hijos de su reputísima lideresa sindical le rompen los ideales socialdemocratoides (y las gónadas) a cualquiera.

- LuMmo.

PD. Pronto, una 'sesuda' disertación al respecto. O no. No me crean, que tal vez sólo habla el hartazgo.

6.10.08

De las buenas noticias...

Habitualmente, las palabras recorren un caminito sencillo e inocente: oído-nervios-cerebro, y hasta ahora eso había funcionado bien.

Ayer, tres de tus muchas palabras tomaron ruta propia; "Ya tengo 'moreliano'" dijiste. En nuestro lenguaje, el tuyo y mío, 'moreliano' significa alguien a quien querer.

Aterrizaron suaves al oído. Cuidaste el volumen, el tono, la intención; no dejaste detalle al azar. Respiraste en el momento justo en que había que hacerlo, cerraste los ojos y disparaste.

Una voz después, tus tres palabras recorrían mi espalda hasta la punta del coxis; se alojaron ahí más de lo esperado, de lo deseable, y al final se disolvieron. Creí que el problema terminaba sin muchas bajas, pero sucedió que justo en ese momento, una corriente que venía de la femoral pasaba por ahí, y arrastró, venas mediante, tus palabras de regreso a la caja torácica, lugar donde han estado intoxicándolo todo desde entonces.

El resto de la tarde, cuidaste quirúrgicamente cada palabra, sonrisa, parpadeo. Muy considerado de tu parte. Sé de cierto que es muy difícil y sumamente ingrato. Yo mismo lo hice cuando te enteré de la moreliana que ocupa muchas de mis sonrisas. Tu turno de equilibrar el tablero.

Esta obligación de desearte suerte es, a pesar de mí mismo, un placer. Me da gusto; aún tras la garganta anudada, lo cierto es que me da un gusto inmenso por ti. Mereces ser (más) amada por los que te tienen al alcance de la mano. Habiendo inventado un lenguaje propio cargado no sólo de palabras, sino de gestos, pactos y silencios, incluso nuestro olor es una pista, y ayer que te vi supe que estabas contenta. Somos un matrimonio viejo, lleno de historias viejas y de costumbres viejas y de mañas viejas, y de un amor sabio, aunque al salir de casa nunca recuerde a dónde iba.

Vive feliz, que de este lado las cosas siguen como hasta ahora. Sigues siendo todo lo que fuiste, y sé ser lo que te he sido siempre.


- LuMmo.