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26.1.09

De la emancipación descafeinada.

Hay un chiste que hace poco me contaron. No ejemplifica precisamente el caso, y honestamente es malón, pero who cares? de todos modos lo voy a contar:

"Dice uno al otro:

- Oiga, compa, que lo dejó su señora..?

- No, compa. no me dejó. Yo me quedé."

La idea es esa; me explico: Por estos días estaré cumpliendo los tres años en que la vida volcó completamente (mi vida, por supuesto, no sé la de ustedes) y sin aviso. Recién saco la cabeza a respirar, a entender en qué estoy nadando, y un nuevo tumbo me apendeja todavía más. Hace tres años dejé a mi gente, mi casa, mi mundo, acompañando un proyecto entonces ajeno, que a fin de cuentas hice propio. Hoy, más cínico y un poquito más curtido, pertenezco de lleno a ese sueño. Mi gente, la de allá, se va diluyendo. Otros tantos quedan; y de esos, varios frecuentan estas letras. Mi casa está a buen resguardo para cuando regrese, con sus poquitos metros cuadrados y su vista imponente de la ciudad. Mi mundo, por otro lado, es el problema.

Hace tres años llegué al exilio acompañando a mi madre. Fue por ella que mi mundó mutó en esto que es hoy. Todos dicen que ha sido una aventura. Yo no estoy tan seguro. Uno no puede vivir dentro de una aventura, porque, por definición, una aventura es ocasional, no? Mi hermano se quedó allá, cuidándose y modelando su propio mundo. Aventura o no, esto es lo que hay.

Anoche, mi madre regresó y yo me quedé. Mucho, muchísimo menos solo que cuando llegamos aquí, cuando nomás nos teníamos nosotros, pero solo a fin de cuentas.

Por acá han pasado muchas cosas. Me parezco al que fui, pero no tanto. Cuentos como aquel en que un niño se enamoraba de la luna, y que al final el niño terminaba de microempresario, o el de los pájaros que cambiaban de color de madrugada, pero sólo cuando escuchaban ciertas canciones, o el del tipo que besaba sin cerrar los ojos, o el francés y la burocracia; todos han sido tan reales como el que yo digo ser. El exilio es, muy a mi pesar y sin dramas, mi mejor amigo.

Este post iba a hablar de la emancipación. Por eso le puse el nombre primero. Acostumbro hacer eso, primero pongo el nombre del post y después desarrollo la idea. Hoy me salió mal, pero decidí no cambiarle el nombre. Retomo: Este post iba a hablar de la emancipación, de sus virtudes, de la adolescencia tardía y la reconciliación con haberme quedado atrás (por si alguien necesitaba una explicación de por qué coño puse el chiste malo del principio), pero mejor aquí lo dejo.

- LuMmo.

20.1.09

De la de la sonrisa inocente.

Cayó por accidente en mi vida. Nunca por error: por accidente. Si los accidentes son parte del plan macabro del destino para salpimentarnos la vida, o si son las liebres que se le escapan, no es cosa, por supuesto, que yo defina. Soy sólo yo, como siempre.

De lo único de lo que sí alancé a enterarme fue de los dedos entrelazados. Imaginen la sorpresa cuando de repente, al voltear, encontramos en el lugar que históricamente correspondió al cinismo, a la soledad o a la promesa sin semilla, una sonrisa que sólo ha de ser descrita en escrupuloso diminutivo. ¿Qué hace esa mano engarzada a la tuya? ¿a dónde va? ¿sería mucha molestia si me repite su nombre, tan gentil sería? ¿no vio un destierro por aquí, no se habrá sentado en él?

Y del desconcierto a la cobardía hay un suspiro; de la cobardía a la estupidez, aún menos tregua. De pronto me vi siendo héroe y amigo, confesor, maestro, amante y sueño curtido a mano. Tan absorto estaba en complacer su sonrisa, que descuidé mis dedos; de ellos (y aún no comprendo cómo) hizo un refugio para los dos.

¿Sabes a qué juegan dos niños encerrados a piedra y fuego en su refugio compartido? Yo recién lo descubrí: a todo lo que les toque la imaginación. A veces es fácil (y a fin de cuentas tanto o más válido) no entender nada, sobre todo cuando frente a ti tienes el deber de trazar, con líneas de chocolate, la cartografía entera de una espalda, hallando por supuesto la geodésica entre un escarpado coxis y una nuca hipersensible.

- LuMmo.

9.10.08

De los cumpleaños y la vida.

. ["Cuando a los cuatro años me quedé encerrado en el ascensor de la casa, mi padre bajó corriendo cuatro pisos para que yo pudiera sentirle cerca en cada instante, para que en cada uno de los pisos yo pudiera oír su voz tranquilizadora al otro lado de la puerta del ascensor. Pero ahora, junto a la puerta de aquel despacho, sentí que las cosas habían cambiado un poco. Ahora sí, mi padre me dejaba solo, solo en el ascensor..."

Psiquiatras, psicólogos y otros enfermos. Rodrigo Muñoz Avia]

Hoy hablé con El Ingeniero. Siguiendo rigurosos el patrón de mi nombre/nickname, el ingeniero debería llamarse FeMmo, pero se lee ridículo, así que lo dejamos en pá.

Pasa que hoy es su cumpleaños. Cumplió 52 "y no me lo recuerdes" dijo. Es un jovencito.

Sabes? pienso regalarle el mismo libro que te regalé a ti. 'The gods themselves' se llama en inglés, que es como se lo pienso regalar. No es que él sepa inglés; lo está aprendiendo. En la empresa donde trabaja lo obligan los gringos. Además es una edición viejísima que encontré en una librería de viejo. Ah, y es su libro favorito. Ya lo leíste? es una maravilla. También es uno de mis favoritos.

A veces es una mierda parecerse tanto a él. Sobre todo porque no sé a quién (o a qué) me parezco. Yo no conozco a mi padre. Cuando me enojo, caigo en cuenta de que lo peor que podría hacer sería conocerlo. Su apellido es mi retina; nuestro nombre (compartido), sello a contrarecibo de nuestros gestos iguales. La paradoja (por demás de mal gusto) es que mientras más me alejo de sus patrones, de su herencia, menos cómodo me siento.

Hoy le conté de ti, de mí, del nosotros que ya no conoció, y de este nosotros precario en que paso las tardes recostado. Él me habló de mis hermanos. Es curioso que los llame así; y más curioso recordar que no sólo comparto sangre y apellido con Mi Hermano, el de a de veras, sino con aquellos niños a los que llevó al psicólogo porque tenían problemas de noséqué y otras cosas.

Lo demás es lo de menos. El Ingeniero cumplió hoy 52 otoñitos, espero que bien llevados, y corra este cariño del mayor de sus hijos, su único tocayo. Vaya, de su igual.

- LuMmo

6.10.08

De las buenas noticias...

Habitualmente, las palabras recorren un caminito sencillo e inocente: oído-nervios-cerebro, y hasta ahora eso había funcionado bien.

Ayer, tres de tus muchas palabras tomaron ruta propia; "Ya tengo 'moreliano'" dijiste. En nuestro lenguaje, el tuyo y mío, 'moreliano' significa alguien a quien querer.

Aterrizaron suaves al oído. Cuidaste el volumen, el tono, la intención; no dejaste detalle al azar. Respiraste en el momento justo en que había que hacerlo, cerraste los ojos y disparaste.

Una voz después, tus tres palabras recorrían mi espalda hasta la punta del coxis; se alojaron ahí más de lo esperado, de lo deseable, y al final se disolvieron. Creí que el problema terminaba sin muchas bajas, pero sucedió que justo en ese momento, una corriente que venía de la femoral pasaba por ahí, y arrastró, venas mediante, tus palabras de regreso a la caja torácica, lugar donde han estado intoxicándolo todo desde entonces.

El resto de la tarde, cuidaste quirúrgicamente cada palabra, sonrisa, parpadeo. Muy considerado de tu parte. Sé de cierto que es muy difícil y sumamente ingrato. Yo mismo lo hice cuando te enteré de la moreliana que ocupa muchas de mis sonrisas. Tu turno de equilibrar el tablero.

Esta obligación de desearte suerte es, a pesar de mí mismo, un placer. Me da gusto; aún tras la garganta anudada, lo cierto es que me da un gusto inmenso por ti. Mereces ser (más) amada por los que te tienen al alcance de la mano. Habiendo inventado un lenguaje propio cargado no sólo de palabras, sino de gestos, pactos y silencios, incluso nuestro olor es una pista, y ayer que te vi supe que estabas contenta. Somos un matrimonio viejo, lleno de historias viejas y de costumbres viejas y de mañas viejas, y de un amor sabio, aunque al salir de casa nunca recuerde a dónde iba.

Vive feliz, que de este lado las cosas siguen como hasta ahora. Sigues siendo todo lo que fuiste, y sé ser lo que te he sido siempre.


- LuMmo.

22.8.08

Del camino de regreso.

"Si yo pudiera de donde estoy hacerte venir..."
No. No te has ido.

El problema es más grave: corrí a esconderme, y lo conseguí. Ahora, el escondite fue tan bueno que no sé dónde -carajos- me dejé.

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4.8.08

Del más pequeño de los mares.

Anoche lloraste.

Te vi disolverte en tu llanto, asustada.

Desesperado, traté de hacer de mi voz un recipiente que te contuviera, pero el daño estaba hecho. Lo vi en tus ojitos suplicantes: sabías que era inevitable, y yo lo sabía más. Por una fisura en el silencio te me escurrías, y al final de todo manchabas al mundo de ti.

Luego lo supe: no era yo tu llanto, sino tú misma. Eras tu tromba. Caías en gotas que asilaban huérfanos y movían montañas. Eras tú derritiéndote; eras el charco de tu nombre.

Pasado el diluvio, navegué un rato por tu llanto. Exploré. Resbalaba por mi espalda una gota de destino.


- LuMmo.

(No hay otra manera de decirlo. Al menos no la encontré)

13.6.08

De los viernes 13's.

[Que el maquillaje no apague tu risa;
que el equipaje no lastre tus alas;
que el calendario no venga con prisas,
que el diccionario detenga las balas.]
- Noches de boda, Sabina.


Feliz Cumpleaños, Señora.

25.3.08

De Fabiola, Sergio, y cómo las circunstancias lo envuelven todo.

Vinieron Fabiola y Sergio. Es hermoso recibir gente querida que nos visita en el exilio. Por lo pronto ya estamos preparando la siguiente para el puente del primero/cinco de mayo. Quien se apunte, bienvenid@. Tenemos mucho suelo, y pensamos aprovecharlo todo.















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3.2.08

Del abuelo.


El veintiocho de abril del noventaynueve, mi abuelo andaba en Zihuatanejo. Pasó a saludar a los inquilinos, a ver como estaban sus plantas. Cruzó un par de palabras, nada serio: "Maestro, cómo ha estado?" le dijeron; "Bien. Deja, no te levantes" respondió. Entró a la cocina y no lo vieron salir.

Ese mismo día, a seiscientos kilómetros de distancia, mi abuelo estaba muriendo. Complicaciones de la diabetes que lo mantuvieron postrado a una cama los últimos meses de su vida.


Así era el abuelo. 'Descansar haciendo adobes', decía. Hasta muerto tenía cosas que hacer.


Un cabrón, el viejo; y un buen hombre: don Nati era un cabrón adorable, sabio y divertido: bueno.

Una vez, un par de años después de morir, mi abuelo tuvo el detalle de venir a despedirse. Ya les digo: era un buen hombre. Era un gran hombre, sí, pero también era un buen hombre. Me sorprendó dormido, así que decidió dejarme dormir y colárseme por uno de los párpados en forma de sueño. Me dejó abrazarlo por última vez, y luego se llevó su imagen a otra parte, a donde ya no lo he visto desde entonces.

Maestro de profesión, de vocación profesor. Antes de que Ixtapa se conviertiera en el pedacito de plástico que es hoy, había ahí un palmar. Huertas, en realidad, y el centro importante no era Ixtapa, sino Zihuatanejo, el pueblito que ahora ha quedado relegado a la condición de pintoresco. Ahí vivió don Nati más de cuarenta años. Muchos de ellos, dando clases de sexto de primaria. 'Agárralos pollos'. Popular sin quererlo, fue el maestro del pueblo. Contrapeso del cura, del militar, del político. Voz de mando, razón en mano. Respetado por el pueblo entero, querido por sus niños, consultado por caciques y gobernadores, regañado por la bisabuela, amado por la abuela, admirado por los hijos y recordado por nosotros.

Recio y juguetón a una vez, no era difícil imaginarlo montado a caballo con su sombrero calentano, ni haciendo de caballito a cualquiera de nosotros, los nietos. Fue él quien nos dio un machete la primera vez, y sacrificó algunos troncos para que aprendiéramos a usarlo sin rebanarnos una pata. Odiaba que me pidiera ayudarle a regar sus plantas a las siete de la mañana, pero mataría por hacerlo una vez más.

- "El hobbie de tu abuelo eran las mujeres... y la verdad era muy bueno" me dijo la abuela hace poco. ¿Ves? es cosa de familia. No es que sea yo muy bueno en el hobbie, pero no me puedes culpar por intentarlo. ¡Está en mi código genético!

Hace unos días alguien me dijo "Si tu abuelo viera en lo que te estás convirtiendo, estaría orgullosísimo". No lo sé, pero quiero creerlo. Y si no lo estuviera, tampoco importa mucho: con saber que estuvo ahí, que formé parte de su vida, me doy por bien servido.


- LuMmo (Vega).