Hay un chiste que hace poco me contaron. No ejemplifica precisamente el caso, y honestamente es malón, pero who cares? de todos modos lo voy a contar:
"Dice uno al otro:
- Oiga, compa, que lo dejó su señora..?
- No, compa. no me dejó. Yo me quedé."
La idea es esa; me explico: Por estos días estaré cumpliendo los tres años en que la vida volcó completamente (mi vida, por supuesto, no sé la de ustedes) y sin aviso. Recién saco la cabeza a respirar, a entender en qué estoy nadando, y un nuevo tumbo me apendeja todavía más. Hace tres años dejé a mi gente, mi casa, mi mundo, acompañando un proyecto entonces ajeno, que a fin de cuentas hice propio. Hoy, más cínico y un poquito más curtido, pertenezco de lleno a ese sueño. Mi gente, la de allá, se va diluyendo. Otros tantos quedan; y de esos, varios frecuentan estas letras. Mi casa está a buen resguardo para cuando regrese, con sus poquitos metros cuadrados y su vista imponente de la ciudad. Mi mundo, por otro lado, es el problema.
Hace tres años llegué al exilio acompañando a mi madre. Fue por ella que mi mundó mutó en esto que es hoy. Todos dicen que ha sido una aventura. Yo no estoy tan seguro. Uno no puede vivir dentro de una aventura, porque, por definición, una aventura es ocasional, no? Mi hermano se quedó allá, cuidándose y modelando su propio mundo. Aventura o no, esto es lo que hay.
Anoche, mi madre regresó y yo me quedé. Mucho, muchísimo menos solo que cuando llegamos aquí, cuando nomás nos teníamos nosotros, pero solo a fin de cuentas.
Por acá han pasado muchas cosas. Me parezco al que fui, pero no tanto. Cuentos como aquel en que un niño se enamoraba de la luna, y que al final el niño terminaba de microempresario, o el de los pájaros que cambiaban de color de madrugada, pero sólo cuando escuchaban ciertas canciones, o el del tipo que besaba sin cerrar los ojos, o el francés y la burocracia; todos han sido tan reales como el que yo digo ser. El exilio es, muy a mi pesar y sin dramas, mi mejor amigo.
Este post iba a hablar de la emancipación. Por eso le puse el nombre primero. Acostumbro hacer eso, primero pongo el nombre del post y después desarrollo la idea. Hoy me salió mal, pero decidí no cambiarle el nombre. Retomo: Este post iba a hablar de la emancipación, de sus virtudes, de la adolescencia tardía y la reconciliación con haberme quedado atrás (por si alguien necesitaba una explicación de por qué coño puse el chiste malo del principio), pero mejor aquí lo dejo.
- LuMmo.
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