4.8.08

Del más pequeño de los mares.

Anoche lloraste.

Te vi disolverte en tu llanto, asustada.

Desesperado, traté de hacer de mi voz un recipiente que te contuviera, pero el daño estaba hecho. Lo vi en tus ojitos suplicantes: sabías que era inevitable, y yo lo sabía más. Por una fisura en el silencio te me escurrías, y al final de todo manchabas al mundo de ti.

Luego lo supe: no era yo tu llanto, sino tú misma. Eras tu tromba. Caías en gotas que asilaban huérfanos y movían montañas. Eras tú derritiéndote; eras el charco de tu nombre.

Pasado el diluvio, navegué un rato por tu llanto. Exploré. Resbalaba por mi espalda una gota de destino.


- LuMmo.

(No hay otra manera de decirlo. Al menos no la encontré)

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